¿Qué representa la convergencia al 3%?
Rodrigo Aravena González Economista Jefe – Banco de Chile
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Rodrigo Aravena
Si bien el título de esta columna es bastante claro, no tengo duda de que da para pensar cosas distintas. Ello, ya que si bien el PIB está convergiendo hacia el 3%, también es cierto que la inflación y la TPM podrían terminar el año en torno a dicha cifra. Más allá de las veces que hablaremos y escucharemos sobre 3%, hay algo innegable: la moderación que actualmente enfrenta la economía chilena.
En cuanto al crecimiento, superar el 3% en 2019 no sería una mala noticia. Si bien esta cifra parece desalentadora, lo cierto es que llegar a ella implicaría una recuperación durante el resto del año. Sólo a modo de referencia, si el Imacec crece a una tasa mensual promedio de 0,38% desde abril, el crecimiento el año alcanzaría el 3%. En otras palabras, se tendría que triplicar el crecimiento promedio que hemos tenido desde fines del año pasado. Si bien hay razones que justifican mejores perspectivas futuras, como la existencia de efectos climáticos adversos a comienzos de año (que por definición son transitorios y tienden a revertirse), como así también las buenas señales de inversión, lo concreto es que crecer más de 3% implica más impulso de lo que hemos visto hoy. Más que cuestionarse si habrá aceleración, la duda es si ésta será la suficiente. Por ahora podemos pensar que sí.
El 3% también está presente en estimaciones de inflación de 2019. En este ámbito debo decir que tengo más dudas. Cuesta encontrar por el lado de los factores locales presiones adicionales sobre el IPC (hoy en 2%), dado que la economía crecería a tasas cercanas a la tendencia (no habría cierre de brechas), en medio de un mercado laboral que sigue mostrando una creación de empleos y salarios algo menores de lo que esperábamos. Adicionalmente, la moderación del crecimiento global, con su potencial impacto en precios internacionales, sugiere que la convergencia a la meta del 3% tomará más tiempo. Es más, el hecho de tener una inflación por debajo de la meta desde fines de 2016 genera riesgos incluso sobre el anclaje de expectativas.
Así, la mantención de la TPM, también en 3%, parece indiscutible. Si bien desde comienzos de este año hemos pensado en que la posibilidad de ver tasas estables era muy alta, los datos de actividad y el comunicado de la última reunión llevan a pensar que un alza de tasas es muy improbable. Creo que incluso valdría la pena preguntarse si el próximo movimiento de TPM realmente deba ser un aumento, ya que tanto los riesgos de actividad como la persistencia del IPC en torno al 2%, nos impiden descartar un recorte. Si bien ello no es el escenario más probable (creemos que el Central retomaría un proceso de alzas de TPM el próximo año), debemos reconocer que las opciones son mucho más abiertas que antes.
Pero no quisiera dejar un sabor amargo con esta columna. Chile sigue creciendo muy por sobre lo que observamos entre 2014 y 2017 (casi el doble), con mejor calidad (dada la reactivación de la inversión) y con avances en materia de consolidación fiscal. Pero debemos reconocer que el resto del mundo no nos está ayudando como pensábamos y que los desafíos realmente son estructurales. Dado lo anterior, debemos seguir potenciando factores estructurales del crecimiento, como son las mejoras a sistemas claves —el tributario y sobre todo el laboral—, con el fin de lograr las mejoras que todos anhelamos.